domingo, 3 de julio de 2011

La vida en la calle.



En una entrada anterior, exponía que prácticamente se vivía en la calle y es cierto, en esta entrada voy a exponer mi punto de vista al respecto.

Ya he contado, que hasta finales de los sesenta, no comenzaron a construirse edificios y estos, fueron poco a poco uniendo los barrios, que en aquellas épocas, en horas nocturnas y la poca iluminación y pese a la propaganda ,que hacen unos cuantos, sobre la falta de delincuencia u otros factores, el discurrir por ellos, cuando menos, causaba impresión.

A modo de ejemplo, la zona de La Gaiteira, llegaba hasta La Cubela, porque ir al cine Monelos, había que atravesar, una zona despoblada y con escasa iluminación por no decir ninguna, que obligaba a unirse varios vecinos, para hacerlo.

Pese a que la vida, comenzaba muy temprano, lo normal era acostarse todos los días después de las doce de la noche. Después de escuchar “Ustedes son formidables”, que dirigía Alberto Oliveras, que era un programa de radio, que copaba la audiencia nacional y ponía a prueba la solidaridad de los españoles… El diario hablado de Radio Nacional de España y que era la única información que recibían los españoles ya que a esa hora, todas las emisoras, conectaban de forma obligatoria, era a las diez de la noche. Bueno, si mal no recuerdo, había dos conexiones diarias, una las dos y media de la tarde y la nocturna. Claro que los españoles, teníamos nuestro momento de clandestinidad y por la noche, en algunos hogares, se oía Radio Pirenaica, que era escuchada, pegado el oído al aparato de radio. Para mí que era muy pequeño, era muy emocionante, sabias que estabas haciendo algo, que no estaba bien.

¿Pero, como se hacía tanta vida en la calle? En primer lugar, porque las viviendas, no tenían las comodidades de hoy en día. A ella se iba a desayunar, comer, cenar y dormir… El resto, se estaba en la calle. Para los niños, el día finalizaba, cuando la cena estaba en el plato y poco antes del diario hablado. Por todo el barrio, comenzaban a sonar el nombre de cada uno y pese a que lo estuvieras pasando bien, tenias que abandonar todo y procurabas no alejarte mucho, por las posibles represalias, del que muy pocos se libraban.

Muchos tenían aprendido la lección y antes de ir para casa, pasaban por el bar y así subían juntos a la cena los padres y los hijos. Los niños de la Gaiteira, teníamos bien definidos nuestros limites, por abajo el puente de la Gaiteira por un lado la Cubela por otro estaban las vías del tren y hacia los Castros la casa de González Chas, donde había una explanada en la que entrenaba el Galicia Gaiteira.
Las comodidades de las casas eran ínfimas, eran muy pocas las que tenían electrodomésticos ni nevera, ni calentadores de agua, mucho menos estufas y lo que casi todo el mundo tenía era un aparato de radio que algunos vecinos cuando jugaba el Madrid o el Barcelona la Copa de Europa, acercaban a la ventana , para que el barrio se inundaba con los goles de DiStefano, Puskas y Gento…

Los inviernos eran muy crudos y cuando llovía mucho, se formaban riadas que bajaban por toda la Gaiteira, desembocando en las vías del tren a la altura del Puente. Uno de los juegos que teníamos los niños, era poner las chapas en la vía del ferrocarril para que quedaran aplastadas tras el paso de los trenes. Esto tenía su aquel ya que apostábamos, quién iba a ir, ya que si te cazaban unos guardias jurados, que vestían de marrón y tenían escopetas con cartuchos de sal lo podías `pasar mal.

Por aquellos tiempos, en cada barrio, también existían personajes siniestros para los niños y uno era el practicante porque hubo una época, que nos daban hígado de bacalao y si no lo tomabas, te lo inyectaban y eran dolorosas. El otro el peluquero con su manía de dejarnos como pitos “pelados”.

Pero igual que para nosotros, eran poco reconocidos si gozaban de un gran prestigio entre nuestros mayores.