domingo, 26 de febrero de 2012

La difícil etapa de la jubilación.










Enfrentarse a la vida de jubilado, aunque sea precoz, es decir sin llegar a los sesenta y cinco años, puede ocasionarte, un sinfín de problemas psicológicos.
De repente pasas de la vorágine de un trabajo que te absorbía todo el tiempo, como era en mi caso, que tenía que estar pendiente de las comunicaciones de los móviles de Galicia y Asturias, de una conocida Empresa, las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, teniendo en ocasiones que desplazarte en horas intempestivas, pasando las reuniones quincenales en Madrid a una total inactividad. Esto lo compaginaba, con mi pasión por el deporte, en concreto con el fútbol, que practiqué jugando en veteranos, simultaneándolo, con una de mis pasiones, entrenar equipos de niños y cuanto más pequeños mejor.
Así llegada la época de la jubilación, estaría entretenido, pero no contaba con los achaques de la edad…
En la etapa de la pre-jubilación, es decir, antes de ser pensionista de la Seguridad Social, simultaneaba las actividades deportivas y hasta tuve tiempo para militar en un partido político, afín a mis ideas, pero que luego dejaron de ser tan afines, no las ideas, sino las personas que lo integran, por circunstancias que no vienen a cuento.
El fútbol, lo tuve que ir dejando, por circunstancias de movilidad y entonces, comencé de nuevo, con una faceta que había desarrollado en los ochenta y los noventa, poniéndome delante de un micrófono, para informar de las actividades deportivas que se desarrollan en los equipos de mi Ayuntamiento.
Pero esto no llenaba todas mis inquietudes y aprovechando que vivo en una zona rural y dispongo de terreno, he comenzado a realizar labores agrícolas. Me he puesto manos a la tarea y he planificado un huerto en mi casa, que hasta ahora era atendido por mi suegro, pero muy a su manera y el huerto en vez de eso parecía una selva…
Me he asesorado por medio de libros y así, he diseñado el gallinero, donde tengo 18 gallinas y estoy criando pollos. Las gallinas, tras un espacio de tiempo, en el que pensaba que algo estaba haciendo mal, ya que apenas ponían, ahora el consumo familiar, está satisfecho e incluso me sobran para regalar huevos a familiares.
Ahora, estoy con la segunda parte, que no es otra que la planificación del huerto y así he marcado parterres en la finca y estoy comenzando la plantación.
Si puedo acompañaré esta entrada con alguna foto del diseño del huerto.
Y ya he comenzado a plantar. Esta semana, he plantado patatas tempranas, cebollas, zanahorias, lechuga y fresas. Bueno he de decir que ya había plantado nabizas, de las que ya hemos comido unas cuantas veces y he de decir que el caldo, está muy bueno y sobre todo teniendo en cuenta que no llevan ningún tipo de abono artificial.

Ahora me toca esperar y seguir plantando, pues al estar divididos en parterres, en cada uno de ello, lo dedico a una especialidad y aún me faltan por plantar las judías, los repollos, y los pimientos, sobre todos los de Padrón, que aquí siempre se dieron bien.
En fin como comenzaba, quién me iba decir a mí, urbanita de toda la vida, que iba a dedicarme a estos menesteres y lo que es más grave, cogiéndole gusto al tema.

lunes, 6 de febrero de 2012

¿Estoy llegando a la vejez?




O por el contrario, ya estoy de lleno en ella. Mirando hacia atrás, parece que fue ayer, que me encontraba recorriendo la niñez, la adolescencia, madurez, etcétera…
Debe ser eso, porque no paran de asaltarme los recuerdos, me vuelvo nostálgico y parece que lo que me chocaba antes, que era ver como los mayores, hablaban de tiempos pasados y decían que cualquier tiempo pasado fue mejor… aunque no lo comparto.
Si retrocediese en el tiempo y tuviese que elegir de entre las décadas que he vivido, no sabría elegir. Pero quizás, la década de los cuarenta a los cincuenta que fue cuando encontré la estabilidad económica, quizás fuese la mejor. No sólo por eso, sino también, en el aspecto personal, por cuanto, que aunque no podía competir en ciertas cosas, ni con los veinteañeros, ni treintañeros, tenía la madurez, a mi favor.
Los cincuenta, fueron mitad y mitad, por cuanto, profesionalmente, comenzaron los cambios tecnológicos y me tocó vivir en primera persona el cambio de la tecnología analógica a la digital.
Es que los cambios, fueron muy grandes y profundos durante mi vida. Pasé de no ver automóviles por las calles, a ver estas llenas de ellos. Para hablar por teléfono, pasé de pedir conferencias, a llamar a todo el mundo. Lo de Internet, mejor ni nombrarlo. De aquellos ordenadores de fosforito a lo que tenemos ahora.
Todo ha cambiado mucho en todos los aspectos de la vida. De no tener acceso a nada a no tener límites para nada. Aquellas carreteras, mi primer viaje a Madrid, mi primer vuelo en avión, mi primer viaje al extranjero, mi primer coche, un Seat 600 y aquellos viajes interminables por Galicia, trabajando en la puesta en servicio de Centrales de Teléfonos automáticas.
Eran tan largos los viajes, que si trabajabas en Santiago, normalmente pernoctabas allí y venias el fin de semana.
Pasé de tener que dormir en pensiones y casas particulares a hacerlo en Hoteles, de viajar en tren a hacerlo en avión.
Si hasta las olas de frio, no eran lo que son hoy. Recuerdo en especial la de 1970, que me encontraba trabajando en Ponferrada y vine a pasar el fin de semana y tuve que dormir en el coche en pleno Puerto de Piedrafita, porque quedamos cientos de coches atrapados por la gran nevada y como no existían los móviles, sólo podíamos enterarnos de lo que sucedía a través de la radio.
En fin, pues va a ser que si, ya estoy en la vejez, porque no paro de mirar hacia atrás.