viernes, 24 de junio de 2011

Habitación con derecho a cocina.



Esto que leen en el titular era lo más habitual en la primera mitad del siglo XX, en casi todas las ciudades españolas. Eso sí, no había carteles y esto se conocía en las tiendas de los barrios populares.

Hay que entender, que en los cuarenta, cincuenta y principios de los sesenta poca construcción, había en Coruña. ¿Dónde se iban a meter la gente que acudía a la ciudad? Posteriormente aparecieron las obras, en diversas zonas de la ciudad que enriquecieron a un puñado de personas partiendo de la nada…

¿Qué quería decir eso? Pues que en casas particulares, alquilaban una habitación y los alquilados, tenían derecho a utilizar la cocina, que normalmente, era de carbón.

No se crean que en las casas, en las que se alquilaba la habitación, eran pisos como los conocemos habitualmente. No, en ellas, casi todo el espacio útil se destinaba a habitaciones, con una zona dedicada a cocina, dotada con una cocina bilbaína y un espacio pequeño a modo de wáter, con una pileta para asearse. No existían bañeras, ni platos de ducha en las casas populares. A casa se iba a dormir y apenas se hacía vida en ella. El resto del tiempo,se vivía en la calle.

El aseo se hacía de forma colectiva, calentando agua y bañándose en barreños de madera, que conforme avanzaron los tiempos se convirtieron en tinas de plástico.
Eran tiempos, donde la vida, adquiría sentido después de trabajar y se llenaban las tabernas del Barrio, donde se jugaban las partidas y muchas veces, la gente se animaba a cantar… sobre todo los fines de semana.

A diario, en los barrios, en cuanto llegaba la noche, se comenzaban a oír los nombres de los niños, uno por uno reclamando su presencia en casa, para la cena.

Los más pequeños de la casa, normalmente éramos los encargados de hacer los recados a las tiendas del barrio, donde las cuentas, nos las daban en papel, ya que casi toda la gente compraba al fiado. Los sábados, tras cobrar el salario, era el día en que los cabezas de familia iban a liquidar el consumo semanal con el tendero.

Casi todo en las tiendas era a granel, nada venía empaquetado. Desde el azúcar, harina hasta el aceite…

También existía en cada barrio, una lechería, donde provistos de la correspondiente lechera, se iba diariamente a buscar la leche.

Y una carbonería, donde con un cubo, ibas a proveerte del carbón necesario, para la bilbaína, que además de servir para cocinar los alimentos se utilizaba también como calefacción. La cocina de la casa era la carta de presentación y así una substancia llamada Pedramol, era la encargada de que quedara reluciente…

Las escaleras de las casas, eran de madera y no sé porque, pero en casi todos los edificios, existía una que crujía, según ponías el pie en ella.

En las casas no existían timbres, ni buzones y el cartero, tenía perfectamente codificadas las llamadas a los pisos. Un toque profundo el primero izquierda y un toque profundo y dos toques atenuados el primero derecha y así sucesivamente. Y si algún vecino se despistaba, era avisado por otro.

A veces, aparecía por el barrio un personaje al que se tenía un poco de temor y este era el personal de Telégrafos, porque cuando aparecía normalmente no eran buenas noticias. Eran pocas palabras, con su stop correspondiente y poca gente he visto alegre tras recibir el telegrama.

Cuando fallecía un vecino, se ponía una mesa en el portal y el cadáver era velado en cada domicilio y se reunían arremolinándose en las escaleras, hasta el portal y los deudos del fallecido, ponían café y licores para los vecinos que los acompañaban. A causa de uno de esos velatorios estuve cerca de un mes, teniendo pesadillas, por cuanto al ir a echar una mirada, le levantaron el pañuelo que tenía en la cara…

El vídeo de hoy, una canción de aquellas lejanas épocas, con un personaje que gozó de gran popularidad, de hecho pelicula que hacía pelicual de éxito.